Un pequeño paseo por Cantabria

Panorámica desde Cabo Mayor

Hacía ya unos años que no subía a Cantabria y no me acordaba de esos verdes infinitos, de ese mar tan limpio, de esos cielos espectaculares. En definitiva, de esa naturaleza tan brava que tiene.

Fue un viaje corto, solo 3 días, pero bien aprovechados en los que tuvimos, lluvia y sol, como está mandado, Días de chubasquero y días de baño, sorprendentemente en un Mar Cantábrico de aguas cálidas.

Empezaremos el primer día en la localidad de Somo. Esta se asienta en la bella Bahía de Santander y pertenece al municipio de Ribamontán del Mar, conectada con Pedreña mediante el conocido Puente de Somo y con Santander a través de un servicio de lanchas que llegan allí en poco más de media hora. Lo que más llama la atención en Somo, es un arenal de unos 2 kilómetros que se extiende desde las dunas de El Puntal hasta la playa de Loredo y que, gracias a su intenso oleaje, es un paraíso para practicar surf. El Puntal, crece cada año unos10m debido a las sedimentaciones que arrastra el rio Miera.

De la mano de Bahía de Santander, nos adentramos en la Duna del Puntal, por la zona del estuario, aprovechando que había marea baja para conocer el sistema dunar y ver la riqueza de su flora y fauna. Esta zona es famosa además por el marisqueo ya que puede producir hasta 3 toneladas de marisco. Gracias a la pleamar y la bajamar que se produce cada 6 horas, aquí se crían sin peligro de los grandes depredadores una variedad muy grande de marisco,

Y sin más, os dejo una muestra del recorrido.

Descansados de la mañana, retomamos la excursión por los acantilados de Langre. Bonito paseo desde Somo el que dimos, pero se puede acortar y dejar el coche cerca de la Posada de Langre y desde ahí empezar a bordear los acantilados.  Langre se asienta en un espectacular paraje natural en el que destacan la playa, los verdes prados de la zona y los acantilados que terminan de forma brusca frente al mar.

Segundo día del paseo por Cantabria, nos acercamos hasta el Faro de Cabo Mayor, El faro preside la entrada a la Bahía de Santander y está situado en el extremo noreste de Santander. La zona en la que se localiza el Faro de Cabo Mayor forma parte de un área más extensa constituida por los promontorios de Cabo Mayor y Cabo Menor. La configuración física de este espacio viene definida por su particular geomorfología, marcada por las playas y acantilados de su borde costero y un accidentado relieve con cotas máximas de 50 metros de altura sobre el nivel del mar. Desde el faro sale un camino que lleva al mirador de Cabo Mayor donde se pueden ver una de las mejores vistas de la Costa Cántabra: el Pico del Gallo, El Burro, Cabo Menor y al fondo la Bahía de Santander y la Isla de Mauro.

Un paseíto por la capital Cántabra, Santander antes de comer, empezando por la Catedral de Santander, el Mercado de la Esperanza, la Iglesia del Sagrado Corazón. el Centro Botín, Paseo Pereda y paseo marítimo hasta los Raqueros, curiosas estatuas en homenaje a los niños que se tiraban a bucear para recoger las monedas que la gente tiraba al mar, obra del escultor santanderino José Cobo Calderón. Continuamos hasta el Dique de Gamazo y subimos hacia Reina Victoria para continuar hasta la Playa de la Magdalena, Los Peligros y Los Bikinis. Santander tiene mucho mas, El Palacio y la Península de la Magdalena, el Museo Marítimo, uno de los museos marítimos más completos e importantes de Europa, y por supuesto perderse en su precioso casco histórico, pero eso lo dejaremos para próximas visitas a la capital de Cantabria.

Por la tarde nos la tomamos libre para remojarnos en las maravillosas playas que podemos encontrar aquí.

Ya en la última mañana, antes de volver a Madrid, nos dimos un paso por el famoso Faro de Ajo, donde nos cayó tal cantidad de agua, que casi tenemos que aprender a nadar allí mismo. El Faro de AJo tiene una altura de 10,73 metros y 71 metros sobre el nivel del mar, pero lo que realmente llama la atención de él  es su estética. En el mes de agosto del año 2020, el artista de origen cántabro Okuda San Miguel se encargó de remodelar su fachada y de decorarla según su propio estilo. El resultado es espectacular. Tanto, que resulta difícil imaginar que en el mundo sea posible encontrar un faro similar. Pero si vienes hasta aquí, mejor hacerlo por la tarde para disfrutar del espectacular atardecer que se contempla desde aquí, eso sí, si la lluvia y las nubes lo permiten.

Como ya he dicho, la lluvia no nos permitió hacer mucho mas y no podíamos acabar el viaje sin acercarnos a la bonita localidad de Liérganes, un pueblo con leyenda: la leyenda del hombre pez, cuyo verdadero nombre era Francisco de la Vega Casar.  Cuenta la leyenda que después de que muriera su padre, su madre le mandó a Bilbao, para que aprendiera el oficio de carpintero. La idea era que el muchacho pudiese ayudar a mantener a la familia, pero un día Francisco se fue un día a nadar al río Miera con unos amigos y como era un nadador nato, cuando se fue nadando río abajo, ninguno de sus compañeros se preocupó.
Pasados cinco años, empezaron a aparecer informes de una criatura con cabeza de hombre y partes de pez, que fue vista en las costas de Dinamarca. Poco después también se le avistó en el canal de la Mancha.
Finalmente unos pescadores lo capturaron en Cádiz, utilizando redes y migas de pan. Lo que llamó más la atención fue que el hombre tenía el centro del pecho y la zona de la columna cubierta de escamas.
Interrogado por el Santo Oficio en el convento de San Francisco, la única palabra que la Inquisición pudo sacarle al hombre pez fue: “Liérganes”. A raíz de esa respuesta, un funcionario llevó a Francisco al pueblo de Cantabria, donde fue reconocido por su madre.
El hombre pez vivió allí nueve años, una parte de los cuales trabajó como cartero. Su comportamiento siguió siendo excéntrico: no hablaba con nadie y a veces entregaba las cartas mojadas. Finalmente, volvió al mar y no se supo más de él. Y hasta aquí esta bonita historia. Ahora que cada uno la interprete como mas le guste

Y acabo con estas dos postales típicas de Liérganes, el Puente Mayor y las Tetas de Liérganes.

El Puente Mayor o Puente Romano como se le conoce allí (aunque no lo es), tiene un único ojo, construido sobre el cauce del río Miera y comunica los barrios de El Mercadillo y El Calgar. Bajo este puente se encuentra un antiguo molino, que hoy alberga el Museo del Hombre Pez, y la escultura de dicho personaje.

Los Picos de Busampiro que por su peculiar diseño antropomorfo, su nombre oficial se ha visto alterado por el popular «Tetas de Liérganes«, Estas son unas elevaciones rocosas que reciben el nombre de Marimón y Cotillamón. A su alrededor se originan pequeños bosques donde dominan los castaños, los robles y los fresnos.

No dio tiempo a mucho más, un pequeño paseo por el pueblo, visita al mercadillo y degustación de su buena gastronomía.

Espero que hayáis disfrutado tanto como yo de este rápido paseo por una pequeña parte de Cantabria.

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